lunes, 5 de mayo de 2014

AUNQUE NO ESTÁS...

Ayer desperté creyendo que había tenido un mal sueño pero sabía que no era cierto, reconocía que tenía que ser fuerte, el problema  es que mis padres me enseñaron lo poco que sabían acerca de la vida y de lo difícil que es vivir, de todo lo que puede generar el dolor de una pérdida, de las miles de lágrimas que podía derramar en un minuto, esto lo tuve que aprender solita, cayendo una y otra vez, pero cuando el golpe era más fuerte parece que lo entendía mejor…

Alguna vez soñé con ser madre pero no dejaba de ser un simple sueño, para convertirse en realidad cuando cada día notaba que mi vientre crecía, que dentro de mí se prolongaba mi existencia,  que podía sentir el milagro de la vida en mí, tantas cosas se cruzaron por mi mente, sientes en ese momento que tu mente vuela en cuestión de segundos y no necesitas estar bajo el efecto de una droga, pensé miles de cosas… ¿Qué haré? Pero ninguna me daba la respuesta que esperaba en ese momento, me detuve un instante a pensar, comprendí que toda la vida me la pasee planeando cosas, siendo demasiada radical o cuadriculada conmigo misma, estaba viviendo la vida que los demás querían que yo viviera, que dejé de vivir para hacer feliz a los demás, tanto tiempo me la pasé preocupándome por todos y me olvidé de mi misma, creí que agradándole a todo el mundo sería feliz pero comprendí que no, que tenía que aceptar que no siempre sería agradable para todos y eso no significaba que yo fuera una mala persona, solo que tenía que respetar las diferencias, no todos pensamos y sentimos igual, parece que al final razoné y supe que eso era parte de la libertad.
¡Que egoísta fui! Nunca entendí lo que significaba eso, solo cuando esto ocurrió sabía que llegaba una responsabilidad muy grande para mi, que tal vez era muy pronto para asumirla, no estaba preparada sicológicamente, ni tenía la estabilidad suficiente para asumir todo,  pero jamás pensé en terminar con esto, simplemente porque no me creo Dios para tener que arrebatarle la vida a alguien que hubiera o no podido ver en una ecografía y menos robarle la existencia a ese diminuto angelito que día a día crecía dentro de mí, lo sé… Sé que me sentí desubicada y perdida, lejos de mi país pero sobre todo, de mi familia…  Vivir esta etapa fué linda, me enseñó que no era lo mismo imaginar ser madre que sentirlo, a pesar de que el miedo me invadiera, se apoderaba de mi de vez en cuando.

¡Hijito mío! Tantas veces pensé en tu nombre, cómo te llamarías y sabía que llegarías a cumplir una misión importante en la tierra como todos los que estamos aquí, solo que algunos no saben aún a que vinieron a este mundo. Muchas veces cerraba mis ojos para imaginar cómo sería tu rostro, si te parecerías a mi o a tu padre, al final no me importaba si eras un niño o una niña, siempre que tuvieras salud y te sintieras a gusto con quienes seríamos tus padres. Cada vez que  tocaba mi vientre tuve la sensación de escuchar tu corazón, no sé si fue sólo una utopía mía, pero eso me emocionaba. Me hacía pensar que vivías en mí. Intenté ser fuerte pero no fue lo suficiente, cuando en algún momento dejé de sentirte, quise callármelo a mí misma, a tu padre y a nuestros familiares. Lo negué infinidad de veces.  Perdía restos de ti y lloré como nunca cuando me impresioné con todo lo que estaba pasando con mi cuerpo. Sentía enojo conmigo misma.  No te di el cuidado y la atención que merecías, lo reconozco, jamás dejaré de sentirme culpable. Estaba ilusionada con que llegarías pero nunca llegaste, dejaste un vacio en mi corazón, en mi alma, una cicatriz tan profunda que no pasa con los días… Te amaré, te recodaré, será irremplazable aunque lleguen muchos hermanitos tuyos.
Han pasado 15 días después de mi perdida y solo hoy me atrevo a expresar mis sentimientos, me invaden una mezcla de sentimientos, culpa, desilusión, tristeza, dolor, melancolía, nadie entiende completamente lo que siento, en especial los hombres y no es porque quiera decir que son malas personas, pero solo quien siente a alguien en su vientre puede entender lo que sentimos las mujeres que hemos perdido a un hijo.  Las relaciones de pareja se ven tan afectadas  con este hecho, la noticia de un bebé tiene la facilidad para unirlas, pero cuando se ve por el contrario genera aislamiento, falta de comunicación y en el peor de los casos, un deseo enorme de separación. Yo intento rescatar lo que me queda, pero estoy tratando de unir los pedazos rotos de mi corazón y encuentro piezas discordantes.

He recibido tantos consejos que ya perdí la cuenta pero ninguno alivia el dolor que siente mi alma. “Ya llegará otro hijo, estás muy joven” Cómo si un hijo se reemplazara fácilmente con otro.
“La vida sigue” Cómo si fuera fácil dar vuelta de hoja.
“Tienes que divertirte” Cómo si el divertirte sanara el dolor eternamente, o te hiciera olvidar algo que sabes que nunca olvidarás.
Prefiero no pensar en todos los que me dieron porque la conclusión es que ninguno ha limpiado profundamente mi corazón.


Hoy es un día diferente porque por fin, pude escribir, expresar mis emociones después de 15 días de intentarlo en vano… Ojalá algún día todos comprendan lo que estoy sintiendo. Te amaré por siempre mi pequeño "Samuel".

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