Ayer desperté
creyendo que había tenido un mal sueño pero sabía que no era cierto, reconocía
que tenía que ser fuerte, el problema es
que mis padres me enseñaron lo poco que sabían acerca de la vida y de lo
difícil que es vivir, de todo lo que puede generar el dolor de una pérdida, de
las miles de lágrimas que podía derramar en un minuto, esto lo tuve que
aprender solita, cayendo una y otra vez, pero cuando el golpe era más fuerte
parece que lo entendía mejor…
Alguna vez soñé
con ser madre pero no dejaba de ser un simple sueño, para convertirse en
realidad cuando cada día notaba que mi vientre crecía, que dentro de mí se prolongaba
mi existencia, que podía sentir el
milagro de la vida en mí, tantas cosas se cruzaron por mi mente, sientes en ese
momento que tu mente vuela en cuestión de segundos y no necesitas estar bajo el
efecto de una droga, pensé miles de cosas… ¿Qué haré? Pero ninguna me daba la
respuesta que esperaba en ese momento, me detuve un instante a pensar,
comprendí que toda la vida me la pasee planeando cosas, siendo demasiada
radical o cuadriculada conmigo misma, estaba viviendo la vida que los demás
querían que yo viviera, que dejé de vivir para hacer feliz a los demás, tanto
tiempo me la pasé preocupándome por todos y me olvidé de mi misma, creí que
agradándole a todo el mundo sería feliz pero comprendí que no, que tenía que
aceptar que no siempre sería agradable para todos y eso no significaba que yo
fuera una mala persona, solo que tenía que respetar las diferencias, no todos
pensamos y sentimos igual, parece que al final razoné y supe que eso era parte
de la libertad.
¡Que egoísta
fui! Nunca entendí lo que significaba eso, solo cuando esto ocurrió sabía que
llegaba una responsabilidad muy grande para mi, que tal vez era muy pronto para
asumirla, no estaba preparada sicológicamente, ni tenía la estabilidad
suficiente para asumir todo, pero jamás
pensé en terminar con esto, simplemente porque no me creo Dios para tener que
arrebatarle la vida a alguien que hubiera o no podido ver en una ecografía y
menos robarle la existencia a ese diminuto angelito que día a día crecía dentro
de mí, lo sé… Sé que me sentí desubicada y perdida, lejos de mi país pero sobre
todo, de mi familia… Vivir esta etapa fué
linda, me enseñó que no era lo mismo imaginar ser madre que sentirlo, a pesar
de que el miedo me invadiera, se apoderaba de mi de vez en cuando.
¡Hijito mío! Tantas veces pensé en tu nombre, cómo te
llamarías y sabía que llegarías a cumplir una misión importante en la tierra como
todos los que estamos aquí, solo que algunos no saben aún a que vinieron a este
mundo. Muchas veces cerraba mis ojos para imaginar cómo sería tu rostro, si te
parecerías a mi o a tu padre, al final no me importaba si eras un niño o una
niña, siempre que tuvieras salud y te sintieras a gusto con quienes seríamos
tus padres. Cada vez que tocaba mi
vientre tuve la sensación de escuchar tu corazón, no sé si fue sólo una utopía
mía, pero eso me emocionaba. Me hacía pensar que vivías en mí. Intenté ser
fuerte pero no fue lo suficiente, cuando en algún momento dejé de sentirte,
quise callármelo a mí misma, a tu padre y a nuestros familiares. Lo negué
infinidad de veces. Perdía restos de ti
y lloré como nunca cuando me impresioné con todo lo que estaba pasando con mi
cuerpo. Sentía enojo conmigo misma. No
te di el cuidado y la atención que merecías, lo reconozco, jamás dejaré de
sentirme culpable. Estaba ilusionada con que llegarías pero nunca llegaste,
dejaste un vacio en mi corazón, en mi alma, una cicatriz tan profunda que no
pasa con los días… Te amaré, te recodaré, será irremplazable aunque lleguen
muchos hermanitos tuyos.
Han pasado 15
días después de mi perdida y solo hoy me atrevo a expresar mis sentimientos, me
invaden una mezcla de sentimientos, culpa, desilusión, tristeza, dolor,
melancolía, nadie entiende completamente lo que siento, en especial los hombres
y no es porque quiera decir que son malas personas, pero solo quien siente a
alguien en su vientre puede entender lo que sentimos las mujeres que hemos
perdido a un hijo. Las relaciones de
pareja se ven tan afectadas con este
hecho, la noticia de un bebé tiene la facilidad para unirlas, pero cuando se ve
por el contrario genera aislamiento, falta de comunicación y en el peor de los
casos, un deseo enorme de separación. Yo intento rescatar lo que me queda, pero
estoy tratando de unir los pedazos rotos de mi corazón y encuentro piezas
discordantes.
He recibido tantos consejos que ya perdí
la cuenta pero ninguno alivia el dolor que siente mi alma. “Ya llegará otro hijo, estás muy joven” Cómo si un hijo se reemplazara
fácilmente con otro.
“La
vida sigue” Cómo si fuera fácil dar vuelta de hoja.
“Tienes
que divertirte” Cómo si el divertirte sanara el dolor eternamente, o te hiciera
olvidar algo que sabes que nunca olvidarás.
Prefiero no pensar en todos los que me
dieron porque la conclusión es que ninguno ha limpiado profundamente mi
corazón.
Hoy es un día diferente porque por fin,
pude escribir, expresar mis emociones después de 15 días de intentarlo en vano…
Ojalá algún día todos comprendan lo que estoy sintiendo. Te amaré por siempre mi pequeño "Samuel".
No hay comentarios:
Publicar un comentario